-¿Aceptaréis formar parte de esta empresa improvisada, señoritas? La recompensa será generosa...
-¿Pagaréis vos los gastos que tengamos? La comida, las medicinas en caso de necesidad... -repliqué, mientras me paseaba por entre las estanterías, admirando los volúmenes. Estaban escritos en runas enanas, así que no entendía ni papa, pero eran bonitos.
-Sí, sí, por supuesto.
-!odnamit natse eT¡ ¿euq o ocol satsE? -Exclamó el hermano de aquel enano. Toldrek le fulminó con la mirada. 
-Entonces, por mí de acuerdo -miré a Bopeep. Su personaje había crecido (lo cual era lógico) pero seguía teniendo aquellas mejillas sonrosadas tan características. Sonreí. Cuánto me alegraba de verla. Ella respondió a mi sonrisa y aceptó el trato también. Suspiré bastante aliviada, ya que no quería que tuviésemos que separarnos cuando recién nos habíamos encontrado. Toldrek suspiró al mismo tiempo.
-Entonces, mañana a primera hora podríais partir, llegaríais a las minas al anochecer.
-¿Al anochecer? -Gemí. Estupendo, no hacía ni dos días que estábamos en el juego, y ya teníamos que andar. Nunca entendí por qué a nadie se le ocurrió hacerse con caballos la vez anterior- ¿Y no podemos ir con monturas?
-Bueno, a los enanos no nos gustan los caballos.
-ranimac ocopmat euqnuA -terció el enano embrujado. Todos le dirigimos una mirada interrogante, pues era imposible entenderle.
-No me interrumpas, Oldrin -le replicó su hermano, irritado- no nos gustan los caballos, pero para vosotros ya tenía pensado darles alguna montura. Llegaréis al anochecer si cabalgáis todo el día. Es la mina más alejada, pero la más próspera. A los mineros les merecía la pena pasarse semanas allí.

Me encogí de hombros. Sería un camino largo, pero al menos no tendríamos que hacerlo a pie. Toldrek nos ofreció quedarnos en su casa durante aquella noche para partir inmediatamente al alba. Tenía dos habitaciones de invitados, así que Bop y yo nos hospedamos en una, mientras Akira se instalaba en la otra, algo más pequeña. Se me pasó por la cabeza que Akira parecía aliviado por poder deshacerse de mí durante algunas horas. 

Antes de dormir, se me ocurrió pensar que era extraño que un enano viviese aislado del resto de su raza, tan sólo con su hermano y en mitad de una aldea humana. Quizá las montañas de al rededor no fuesen habitables, o no fuesen aptas para construir hipogeos. "Es una lástima" -pensé- "Siempre había querido visitar una ciudad enana. Como las minas de Moria".

Bopeep y yo dormimos profundamente aquella noche, y nos despertamos hechas un lío de brazos y piernas, pues nos habían acomodado en la misma cama. Algunos golpes en la puerta indicaron que Akira ya llevaba un rato despierto y se estaba impacientando. 
Nos vestimos con rapidez y, tras un fugaz desayuno, Toldrek y Oldrin nos condujeron hacia nuestras monturas, que resultaron ser tres pollinos grises de lo más lindo, aunque nada glamourosos. No dejé de acariciar al mío, quien, con su prominente mandíbula, trató de comerse mi capa. Akira se mostró algo incómodo por tener que viajar con semejante animal, ya que, expresó, no sabría si aguantaría el peso de su armadura. Toldrek le disuadió de que eran los mejores para ir a la mina, pues se sabían el camino de memoria y eran bastante recios.
-Un momento -exclamó Bopeep- ¿eso significa que no vendréis con nosotros?
-Oh, no, no -negó el enano, mientras gesticulaba con las manos- no es que tenga miedo, ojo, es que tengo otros negocios de los que ocuparme, y no puedo abandonarlos.
-Pero las minas son un lugar muy peligroso de por si -dijo Akira, mientras acomodaba su equipo en unos cestos de mimbre que llevaban los burritos en la grupa- podríamos perdernos o podría haber un desprendimiento. No tenemos experiencia en lugares como esos.
-No pasa nada, las minas están bien apuntaladas, y yo tengo esto -sacó un mapa de pergamino enrollado y se lo tendió a Akira- es un mapa del lugar. Mientras lo sigáis al pie de la letra, estaréis seguros.

Aunque no muy convencidos, finalmente montamos, dispuestos a comenzar al viaje hacia las montañas embrujadas. 
El día se había levantado más frío que los anteriores, así que supuse que ya estaría bien entrado el otoño. En una ráfaga de viento más fría, el cabello se me hizo color caoba, abandonando el castaño claro que llevaba al comenzar a jugar. Me miré los brazos, bastante más pálidos. Definitivamente, estábamos en otoño.




OUT: Un post para celebrar que he terminado los exámenes por fin. No es nada del otro jueves, no estaba muy inspirada, pero al menos continúo la aventura de Akira. ¡A ver si Nay consigue alcanzarnos!