Pasaron varios días desde mi marcha de aquel poblado. El viaje había transcurrido sin incidencias reseñables, algo que extrañó mucho al conductor del carruaje, ya que él tenía por asimilado que los caminos se habían vuelto muy inseguros.
- Extraño, parece que hay un control –, me dijo el conductor mientras interrumpía mi reflexión – la semana pasada no había nadie aquí.
El hombre detuvo con suavidad el carruaje y yo me giré para confirmar con mis ojos sus palabras.
Había dos guardias con coraza completa, sus armaduras estaban grabadas con un signo extraño que no sabía reconocer. Habían improvisado una muralla de madera en el camino a modo de barrera, me resultaba extraño para un supuesto control.
- Baja del carro en nombre de la reina – dijo uno de los guardas mientras se acercaba, el conductor acato sus ordenes.
Mientras el hombre y el guarda hablaban, el otro soldado aprovechó para registrar y comprobar la carga, al verme a mi sentado, no pudo evitar expresar sorpresa en su rostro y retroceder un par de pasos, después desenvaino su espada.
-¡Alto, baja de ahí! - dijo tembloroso. Su compañero vino rápidamente al auxilio y también desenvaino su arma – ¡No opongas ningún tipo de resistencia!
Sin voluntad para iniciar un conflicto, me levanté y me planté delante de ellos, nuevamente volví a percibir que mi bajo carisma no ayudaba a que cesaran sus nervios. El hombre que llevaba el carruaje rápidamente se puso entre nosotros para evitar una disputa innecesaria.
- Por favor nobles soldados, cálmense – dijo mientras agitaba su mano derecha en señal de paz y con su izquierda me apartaba lentamente hacia atrás – Entiendo que su aspecto les pueda resultar peligroso, pero no hay ningún peligro, trabaja para mi como protector del carruaje.
Sus palabras parecieron surgir efecto y el ambiente se fue volviendo más relajado, las palabras de los soldados cambiaron de tono.
- ¿Es cierto lo que dice? - Me pregunto uno de ellos.
- Sí – Replique yo sin añadir nada más.
Los guardas envainaron con suavidad sus armas y procedieron a continuar la inspección.
Tras ver que efectivamente no había nada, abrieron la muralla de madera accionando una palanca conectada a un sistema rudimentario de engranajes que hacia que ésta se abriera hacia fuera.
- Podéis continuar, no os desviéis del camino bajo ningún concepto y entregad rápido las mercancías.
El conductor afirmo y volvió a subir al carruaje, los guardas lanzando una cierta mirada de desconfianza me dejaron volver a subir a la parte trasera, con la suavidad característica de aquel hombre cuando se trataba de tratar con sus caballos, volvimos a emprender la marcha.
- Lamento la actitud de aquellos hombres – dijo él mientras miraba con calma el paisaje.
- Estoy acostumbrado – repliqué mientras miraba la parte de camino que íbamos dejando atrás - ¿Qué era aquel emblema que tenían grabado?
- El símbolo de Fanyus, el árbol milenario. Representa a la ciudad de Zasia, gobernada por la reina Yaribeth.
-¿Y el rey?
- Murió – dijo mientras daba un ligero chasquido con las riendas para acelerar el paso – Como ya sabrás la ciudad lleva varios años en guerra, en principio se preveía que fuera un conflicto corto y fue el mismo monarca quien confiado, decidió liderar a su ejercito pero...
- Nada es fácil en las guerras.
- Exacto – dijo en tono triste – El enemigo atacó con gran ferocidad y cogieron a las fuerzas del rey por sorpresa, éste resulto herido y no sobrevivió para ver la luz de un nuevo día.
Tras una calma algo intensa el hombre añadió:
- Podrías alistarte en su ejercito, he oído que necesitan más hombres hábiles.
- Al único a quien sirvo es a mí mismo – dije mientras me sentaba y miraba al cielo, limpio y despejado – No me interesa luchar en absurdas disputas por mera obsesión, ambición o el simple deseo de unos pocos.
- Si conocieras a la reina, seguro que cambiarías de parecer, ella en realidad...
No pudo acabar de decir la frase ya que de repente dio un gran grito, el carruaje se paro de golpe y yo me vi impulsado hacia atrás por el estruendo.
- ¡Casi atropello a esa mujer! - dijo él aterrado, escuché el ruido del salto que dio para aterrizar en el suelo y los pasos para dirigirse hacia allí a ritmo apresurado.
Me incorporé con firmeza y salté de la parte trasera del carruaje para dirigirme hacía donde había ido, el hombre estaba agachado junto a una persona estirada, tal y como él había dicho, era una mujer.
- Yo no quería... Apareció de la nada – decía agachado junto a ella – Estaba estirada en el camino... Suerte que logré frenar a tiempo.
Yo también me agaché y puse mi mano izquierda sobre su rostro, tire de él para que se posicionara hacia mi campo de visión y poder contemplarlo mejor.
Era una mujer joven, con largo pelo de color castaño clara y de facciones bastante lisas y perfectas, casi parecía una visión angelical. Una cierta sensación de nostalgia y añoranza entro en mi cuando la contemple mejor... Había pasado el tiempo pero no había duda de que era ella.
- Neptune – dije en voz alta.
- ¿La conoces? - pregunto él
- Sí, es una larga historia
Le di suaves golpecitos en el rostro para que reaccionara pero no había respuesta alguna, puse mi dedo indice y corazón en su cuello para comprobar si aún estaba en este mundo... No pude evitar sentir cierto alivio de que así fuera.
- No podemos dejarla aquí... - dijo el hombre preocupado mientras se levantaba
- No lo haremos – dije yo mientras agarraba a la joven Dríada suavemente por su parte trasera del cuello con mi mano izquierda y con la derecha la agarraba por las piernas.
Algo se cayo de las manos de la chica cuando levante su cuerpo del suelo, una bolsa de monedas... Como pude me agache y cogí la bolsa con mi mano derecha, intentando que mi reciente carga no se me cayera.
- Creo que esto es suyo – dije mientras iba hacia al carro y le lanzaba la bolsa al conductor, desconcertado la cogió al vuelo.
- Pero.. Si es mi bolsa... ¿Cómo lo ha..?
- Aún en su inconsciencia, un ladrón siempre es un ladrón. Su amor es el dinero y su amante el Ron.
Con una expresión confundida, él subió a la parte delantera, yo hice lo propio y subí a la parte trasera, con suavidad acomodé a Neptune en la parte de carga, asegurándome que no chocara con nada.

Pasaron unas horas y ella no daba señal de reacción alguna, desconocía qué era lo que había pasado, no presentaba ninguna herida grave a pesar de ello y sus manos eran tan ligeras como lo habían sido siempre. Finalmente llegamos a las puertas de la ciudad. Zasia estaba rodeada por bellos parajes naturales y grandes montañas, la naturaleza y su respectivo verdor se mostraban en gran abundancia generosa, grandes ríos entrelazaban el paisaje, dando una sensación de paz, tranquilidad y perfecta armonía.
La ciudad se situaba en medio de estos parajes idílicos, en un pequeño islote, rodeado por un pantano cristalino. Sus grandes murallas la cubrían casi en su totalidad, aunque se podía ver sobresaliendo a lo alto lo que seguramente sería el castillo del monarca, como si a pesar de tanta fauna salvaje, quisiera recordar a los demás que todas aquellas posesiones tenían un dueño incuestionable.
Tras unos controles estrictos de seguridad, logramos pasar dentro de las murallas de aquel lugar. Sin demora, se realizó la entrega de mercancías, el hombre me agradeció los servicios prestados e incluso se ofreció a pagarme. A pesar de mi reticencia inicial me vi obligado a aceptar, puesto que ya había entregado todo mi dinero antes de partir.
En las puertas de la ciudad nos despedimos y él emprendió la ruta de vuelta en su Carruaje.
Cargando todavía con Neptune, me dirigí hacía el primer establecimiento que parecía estar conforme en alojarme, aunque únicamente disponían de una habitación. La llevé hasta allí y la dejé encima de la cama, al otro lado de la habitación deposité mi escudo y mi espada, además de todos mis pertrechos, no pude evitar sentir una cierta sensación de alivio, llevaba varias horas cargando con todo aquello por toda la ciudad, aún así me sorprendía la facilidad con la que podía cargar peso.
Dejando a la dríada descansar, abrí la rudimentaria ventana para acceder al tejado de piedra, de manera complicada y poco ortodoxa me acomode y me senté, poniéndome justo de espaldas a la cabecera en la que dormía la chica.
Las horas fueron pasando y el sol se iba ocultando, su luz cálida anaranjada otorgaba un tono especial a las vistas de la ciudad, de repente escuche una voz familiar.
- ¿Dónde... Dónde estoy? - dijo ella. Había una gruesa roca transformada a modo de pared que nos separaba, pero aún así, podía sentir su nerviosismo.
- Por ahora en un lugar seguro – contesté yo.
- Esa voz.. No puede ser.. – decía mientras se escuchaba su prisa por levantarse, seguidamente se asomó por la ventana - ¿Akira?
Asentí y la salude con mi mano izquierda, mi mirada estaba fijada en la puesta de sol.
- El mismo que viste y calza – dije yo.
- Vaya.. ¡Ha pasado mucho tiempo..! - dijo ella mezclando decepción y entusiasmo por mi fría bienvenida.
- 10 años, 12 días y unas seis horas.
Ella emitió una leve risa
- No sabía que lo contaras... - intentando controlar su energía desbocada se apoyo en el soporte de la ventana para luego mirarme.
Después de un breve silencio, la Dríada inició la conversación, explicándome cómo había llegado hasta aquí y lo que había sido de su vida en esos años. Ocasionalmente me intentaba incitar para que hablara y le explicara, pero mis respuestas siempre eran cortas y monosilábicas, a pesar de ello no parecía sentir molestia alguna, notaba un cierto nerviosismo en su tono con una especie de extraña alegría que me veía incapaz de entender, incluso de vez en cuando sonreía con su sonrisa característica, la luz del ocaso reflejada en su rostro hacía de ello casi una obra pictórica digna de los artistas más sublimes.
- ¿Qué haremos ahora? - pregunto ella inquieta
- Esperar – dije yo entrecerrando los ojos. Empezaba a notar el cansancio de no haber dormido durante días y mi cuerpo había llegado a su límite. – Estoy seguro que vendrán más, deje un mensaje para que se dirigieran hacia aquí, tarde o temprano llegaran..
- Hay algo que te quería preguntar... ¿Sabes si... - No pude escuchar de acabar la frase ya que el sueño me venció.
Neptune al principio no se mostraba entusiasmada con aquello de que se durmiera alguien con quien mantenía una conversación, pero luego insistió en que durmiera dentro, pero estaba extrañamente cómodo allí.
- Nada de robar mientras descanso - dije acomodándome mejor y mientras los últimos rayos de sol desaparecían, para dar paso a la bella noche.

[OUT] Tochachos everywhere! (lamento eso una vez más) hacía ya bastante que lo tenía escrito y esperaba el momento para ponerlo, aprovecho el pequeño parón para hacerlo [/OUT]